Kirchnerismo: 12 años de destrucción de la cultura del trabajo

Los 12 años de un gobierno que decía reivindicar derechos de los supuestamente más desprotegidos o desfavorecidos de la sociedad, a costa de aumentar el resentimiento social y las dicotomías (pobres contra ricos, porteños contra interior, etc.) caló profundo en la cultura de trabajo. La violencia verbal desde el poder gobernante impactó en una desobediencia y rebelión permanente de muchos trabajadores en las empresas.
Los conflictos gremiales y sociales de los años de kirchnerismo, impactaron fuertemente en las creencias, la forma de pensar y la productividad individual de los trabajadores.
La conflictividad, los gritos, los bloqueos en las entradas de las empresas, impactan en forma negativa puertas adentro. La extorsión de los sindicatos y grupos informales a las empresas fue moneda corriente.

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Casi 100 detenidos por los desmanes provocados por las protestas de Kraft en 2009. Tomada pidió que reincoporen a los delegados gremiales despedidos que llevaban armas y palos a la empresa.

“La gente lee la virulencia como un beneficio” señala un Gerente de Recursos Humanos. Hasta el trabajador más abnegado, cumplidor y conforme, empieza a buscar su propia conveniencia dentro de las aguas revueltas del conflicto.
“A esto sumemos que no podemos despedir a nadie por no trabajar. Como mucho se le puede aplicar un apercibimiento. Y con el tiempo se instala una situación de insatisfacción permanente entre la gente.” Durante los bloqueos, los gremios realizaron acciones de difamación asegurando que habían detectado trabajadores
en negro. Consultados los responsables de recursos humanos, dicen que son difamaciones y que han ido a conciliaciones, de gente que nunca pisó siquiera el suelo de la empresa. “Es muy dificil demostrar lo que no pasó o quien no trabajó en la empresa”. El marco legal sindical de los últimos años se ha resquebrajado. el Ministerio de Trabajo a cargode Carlos Toamda se ha sentado a conciliar con grupos o supuestos delegados sin representación gremial.
Han habido casos donde los piqueteros han concurrido a apoyar una protesta de trabajadores y la empresa llamó al sindicato a ver si ellos avalaban la medida y el sindicato respondió “no tenemos fuerza ahí” y la empresa tuvo que acordar con los piqueteros fuera de toda legalidad. Hay empresas donde el sindicato no puede entrar, porque las bases no los reconocen, muchos se han burocratizado.
Sorpresivamente, el gremio camioneros, ha creado hace unos años, la rama “corralones” para agremiar a los trabajadores de corralones, que en su totalidad no conducen ni camiones, ni coches.
Las empresas tampoco tienen una cámara que las agrupe y recientemente bloquearon a varias empresas del sector por encuadramiento y aumento salarial. A la hora de discutir un adicional, la gente de camioneros exigió igualar los corralones con el adicional de recolectores de residuos, sin mediar explicación.
La prepotencia sindical a la hora de firmar paritarias obliga a los responsables de laborales a firmar acuerdos sin siquiera discutir el porcentaje. “Hemos estado hasta la 1 de la mañana encerrados en una sala del Ministerio de Trabajo con 30 sindicalistas que no nos permitían salir hasta que firmásemos el aumento salarial” comentó a LosRecursosHumanos.com el responsable de laborales de una conocida empresa de neumáticos.
El modelo sindical argentino es único en el mundo. Fiel al modelo populista-peronista, desde 1945 a esta parte, en los conflictos laborales están a la orden del día, y por más que se denuncie un delito los jueces no intervienen y si intervienen, la policía no interviene.
El caso de Kraft, donde tomaron la planta grupos armados (que no eran empleados de la empresa) como una verdadera guerrilla con bombas molotov, palos, cadenas, hierros y elementos cortantes que ingresaron a la empresa, la gendarmería no se hizo presente hasta que hubo una repercusión nacional a través de la televisión.
Esta anarquía también fue absorbida por la gente en muchas empresas que han aumentado el ausentismo de manera exponencial, las faltas de conducta y el ventajismo: sacar lo máximo posible del lugar de trabajo sin hacer nada.
La cultura del trabajo está por el suelo, “hay gente que viene a la empresa y no trabaja. Se creen que el salario es para venir a la empresa y luego buscan más beneficios para hacer su trabajo” comenta un Gerente de RR.HH.
Por desgracia esta falta de cultura del trabajo, tardará muchos años en evolucionar y depende del diálogo que puedan entablar en una nueva etapa entre empresa, sindicatos y gobierno.

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