Subcontratación: un poco más de lo mismo

La historia de los últimos años en materia laboral en Chile, no cambia. Los temas en discusión son los mismos: que más protección, que más flexibilidad, que más rigidez, que menos empleos etc. Dada la forma en que se ha llevado la discusión de todos y cada uno de los muchos proyectos que han promovido los distintos gobiernos de la Concertación, pareciera que el país está dividido entre quienes quieren proteger a los trabajadores y entre quienes no están interesados en protegerlos.
Los que apoyan estos proyectos estarían a favor de los trabajadores y quienes los objetan o rechazan estarían totalmente en contra de ellos. Por otra parte, da la impresión que el tema laboral en Chile se agota discutiendo los diferentes aspectos legales de los distintos proyectos. Tanto es así, que incluso los empresarios, después de unos pocos intentos de incluir en la discusión otros puntos asociados a estos proyectos, tales como empleo y competitividad de las compañías chilenas, al ver que sus argumentos no son escuchados, optan por concentrar todos sus esfuerzos en los aspectos legales de dichos proyectos. Hay que reconocer que la estrategia utilizada todos estos años por los promotores de estas iniciativas, de catalogar como anti trabajadores a todos aquellos quienes osan cuestionar sus propuestas, ha terminado incluso por hacer mella hasta en la capacidad de argumentación del empresariado.
La verdad es que resulta lamentable la absoluta falta de visión de futuro y de país con que se ha abordado el tema laboral durante todos estos últimos años. Todos somos responsables, autoridades, políticos, cúpulas sindicales, gremios empresariales, expertos y no tan expertos que opinamos sobre estos temas. La autoridad, por tener una visión simplista del mismo, reduciendo sus esfuerzos a modificar la ley laboral, para después establecer incentivos económicos al empleo como una forma de mitigar los efectos de las rigideces introducidas en el mercado del trabajo por ella misma. Los políticos, precisamente por politizar el debate sobre estos temas, dando la sensación de estar más preocupados por el efecto mediático que pueden provocar sus apariciones públicas apoyando los proyectos, que por los efectos reales que éstos pueden tener en los trabajadores y empresas chilenas, una vez aprobados. Las cúpulas sindicales, especialmente la CUT, por insistir en el viejo discurso de las “reivindicaciones”, con las mismas propuestas de hace 40 años. Los gremios empresariales, por no darle al tema laboral la importancia que realmente tiene. En este aspecto, siempre se nota una disposición a actuar en forma reactiva y muy rara vez proactiva. Los temas laborales aparecen en la agenda del empresariado casi exclusivamente cuando la autoridad o algún parlamentario presenta un nuevo proyecto de ley en esta materia. Los “expertos”, por limitar sus aportes a los temas puramente económicos asociados al tema laboral o a los aspectos legales de los distintos proyectos.
Está claro que este tema no ha sido abordado con la misma altura de miras con que se han tratado tópicos tales como, la inserción de nuestro país en el comercio internacional. Estoy seguro que si el tema laboral se hubiera abordado con la misma dedicación de tiempo, energía, esfuerzo y por sobre todo con la misma visión de futuro y de país que tanto autoridades, parlamentarios de gobierno y de oposición, cúpulas sindicales, gremios empresariales y expertos han dedicado al estudio, concreción y promoción de los distintos tratados de libre comercio firmados en estos últimos años, hace mucho rato que el tema laboral habría dejado de ser un tema de división y conflicto como lo es en la actualidad, para ser uno de cooperación, oportunidades y desarrollo.
El actual proyecto de subcontratación es un poco más de lo mismo ya señalado. Nadie habla sobre cómo aprovechar las oportunidades que presenta la subcontratación, todos hablan de cómo acotarla. Algunos datos que nos debieran hacer pensar: un estudio de la Onudi señala que en los últimos 30 años el sector de la subcontratación ha crecido a un ritmo más rápido que el del sector industrial. En este contexto, y con el fin de fomentar, apoyar y promover las pequeñas y medianas empresas, principalmente en los países en desarrollo, la Onudi ha ido estableciendo a escala mundial, desde 1982, bolsas de subcontratación y alianzas industriales (BSA/SPX). Estas bolsas operan como puntos de confluencia de la oferta y la demanda de subcontratación industrial. Otro informe señala que un ranking efectuado por A.T. Kearney establece los diferentes países donde es más conveniente trasladar determinados procesos empresariales (“Offshore Location Attractiveness Index”). Para 2003, India era el líder del grupo formado por 22 países. Le seguían Canadá, Brasil, México, Filipinas, Hungría, Irlanda. Al final de la lista estaba China. El ranking del año 2004 era el siguiente: India, China, Malasia, la República Checa, Singapur y Filipinas Nueva Zelanda ocupaba el lugar doce. Los 39 criterios utilizados para establecer el ranking se organizan dentro de tres grandes categorías: costos (40%), habilidades y capacidad de la población (30%) y entorno empresarial (30%). A su vez cada categoría se divide en subgrupos. La categoría “costos” tiene tres: costos totales de los trabajadores; costo de las infraestructuras; y costos fiscales y reguladores. La categoría “habilidades y capacidad de la población” tiene cuatro subgrupos: experiencia y habilidades en tecnologías de la información y telecomunicaciones; disponibilidad de trabajadores y tamaño de la fuerza laboral del país; niveles educativos de los trabajadores, incluyendo idiomas y expedientes académicos. La categoría “entorno empresarial” comprende el entorno económico y político, su infraestructura de telecomunicaciones y tecnologías de la información, adaptabilidad cultural y la protección de la propiedad intelectual.
Ejemplos como los aquí presentados hay muchos, por lo que a lo mejor todavía se está a tiempo de abordar este tema de la subcontratación en Chile con una visión más de mundo y no tan estrecha como se ha hecho hasta ahora, donde el énfasis esté puesto en qué tenemos que hacer para participar más activamente de esta nueva realidad, en vez de seguir discutiendo cómo la restringimos. Los trabajadores chilenos se merecen este esfuerzo. Puede ser el punto de partida para abordar, de una vez por todas, el tema laboral con la seriedad e importancia que se merece.

 

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