Argentina: la industria de programar

Impulsada por los bajos salarios en dólares y la alta  calificación de la mano de obra, la industria del software  experimentó uno de los crecimientos más importantes de la Argentina posdevaluación.

En los últimos tres años, la producción nacional de software creció a un ritmo cercano al 20 por ciento anual. De continuar esta tendencia, la Argentina podría transformarse en una importante proveedora mundial de servicios informáticos, estiman especialistas del sector. Además de abastecer al mercado interno, en la actualidad unas 155 empresas locales comenzaron a penetrar mercados del exterior, abriendo 84 oficinas en diversos países y generando exportaciones por 240 millones de dólares. Según los especialistas, el impulso recibido por esta industria durante los últimos años ya supera las características de un fenómeno pasajero surgido al calor de la devaluación.

Sólo durante el año pasado la facturación del sector alcanzó los 4000 millones de pesos, sin contar el ingreso de hardware (materiales físicos de las computadoras) ni la cadena de comercialización. Tomados en moneda constante (dólares de 1993), estos resultados superan ampliamente a los obtenidos en la convertibilidad: 27 por ciento mayor comparados con los del 2000 y 170 por ciento en relación con 1995. “Los argentinos estamos demostrando con los hechos que podemos tener una fuerte y rica industria de desarrollo de software. Se está verificando un crecimiento sostenido en la generación de empleo calificado y un aumento en la calidad y cantidad de las exportaciones”, señaló Norberto Capellán, presidente de la Cámara de Informática y Comunicaciones de la República Argentina.

Empresarios y representantes del software nacional atribuyen la expansión a dos factores: los bajos salarios y la alta capacidad de la mano de obra. “Es una actividad que sólo requiere de una oficina y computadoras, donde la diferencia la marcan los recursos humanos. Los salarios devaluados en dólares fueron el principal motor del desarrollo”, explicó Gustavo López, director del Departamento de Computación de la Facultad de Ingeniería de la UBA. Además de las razones económicas, también se destacan la creatividad y la adaptación a nuevos ambientes que tienen las firmas argentinas.

“El mundo del software está dominado por grandes jugadores con proyección mundial (Microsoft, IBM) y muchas firmas locales de pequeña y mediana dimensión. En la Argentina es un sector netamente pyme, donde el promedio de trabajadores por establecimiento no supera las 100 personas”, explicó Carlos Pallotti, titular de la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos, entidad que agrupa a 270 empresas. Los datos relevados por esta cámara empresaria indican que el sector emplea a 32.000 personas y ascendería a 50.000 si se cuentan los trabajadores independientes.

Los servicios informáticos generaron 6000 puestos de trabajo el año pasado y se prevé una cifra superior para 2006. Sin embargo, la acelerada expansión se ve amenazada por la falta de mano de obra calificada para los nuevos empleos. Para Pallotti es un problema que tiene dos maneras de interpretarse: “El crecimiento es tan importante que se hace difícil a la oferta acompañar esa demanda; pero eso es una buena noticia para la Argentina”. La escasez de recursos humanos produjo una competencia entre empresas que terminó por duplicar el salario promedio de un programador, de 700 a 1400 pesos. “Hay chicos que apenas tienen un par de materias de computación y ya consiguen empleo. Eso es producto de que las empresas pierden trabajos si no cuentan con la mano de obra”, señaló López. Sin embargo, a pesar de la salida laboral garantizada, la matrícula de carreras como Ingeniería en Informática y Análisis de Sistemas no aumentó considerablemente.

El Gobierno y las cámaras empresariales encararon políticas orientadas a capacitar recursos humanos en el corto y mediano plazo. El Ministerio de Trabajo y la cámara del sector desarrollaron planes de formación de programadores en cursos breves que no superan los seis meses de duración. Y la industria del software se comprometió a absorber 3500 de estos nuevos trabajadores. También fue acercada al Instituto Nacional de Educación Técnica la propuesta de crear la carrera de Técnico en Programación. Otros de los problemas del sector es el financiamiento: la mayoría de las pymes informáticas no cuentan con bienes, lo que hace muy difícil el acceso al crédito y las obliga a autofinanciarse. Desde el Ministerio de Economía se evalúan distintos instrumentos financieros para modificar esta situación.

Si logran superarse estos inconvenientes, el 2006 será un año de consolidación de la industria del software y los servicios informáticos: “Tenemos previsto un crecimiento cercano al 15 por ciento. Calculamos que aumentará la demanda interna por la recuperación del mercado corporativo; empresas internacionales radicarán centros de desarrollo de importancia y además entendemos que se verá incrementado el número de fusiones y adquisiciones, tanto entre empresas nacionales, como provenientes del extranjero”, pronosticó Pallotti.

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En los últimos tres años, la producción nacional de software creció a un ritmo cercano al 20 por ciento anual. De continuar esta tendencia, la Argentina podría transformarse en una importante proveedora mundial de servicios informáticos, estiman especialistas del sector. Además de abastecer al mercado interno, en la actualidad unas 155 empresas locales comenzaron a penetrar mercados del exterior, abriendo 84 oficinas en diversos países y generando exportaciones por 240 millones de dólares. Según los especialistas, el impulso recibido por esta industria durante los últimos años ya supera las características de un fenómeno pasajero surgido al calor de la devaluación.

Sólo durante el año pasado la facturación del sector alcanzó los 4000 millones de pesos, sin contar el ingreso de hardware (materiales físicos de las computadoras) ni la cadena de comercialización. Tomados en moneda constante (dólares de 1993), estos resultados superan ampliamente a los obtenidos en la convertibilidad: 27 por ciento mayor comparados con los del 2000 y 170 por ciento en relación con 1995. “Los argentinos estamos demostrando con los hechos que podemos tener una fuerte y rica industria de desarrollo de software. Se está verificando un crecimiento sostenido en la generación de empleo calificado y un aumento en la calidad y cantidad de las exportaciones”, señaló Norberto Capellán, presidente de la Cámara de Informática y Comunicaciones de la República Argentina.

Empresarios y representantes del software nacional atribuyen la expansión a dos factores: los bajos salarios y la alta capacidad de la mano de obra. “Es una actividad que sólo requiere de una oficina y computadoras, donde la diferencia la marcan los recursos humanos. Los salarios devaluados en dólares fueron el principal motor del desarrollo”, explicó Gustavo López, director del Departamento de Computación de la Facultad de Ingeniería de la UBA. Además de las razones económicas, también se destacan la creatividad y la adaptación a nuevos ambientes que tienen las firmas argentinas.

“El mundo del software está dominado por grandes jugadores con proyección mundial (Microsoft, IBM) y muchas firmas locales de pequeña y mediana dimensión. En la Argentina es un sector netamente pyme, donde el promedio de trabajadores por establecimiento no supera las 100 personas”, explicó Carlos Pallotti, titular de la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos, entidad que agrupa a 270 empresas. Los datos relevados por esta cámara empresaria indican que el sector emplea a 32.000 personas y ascendería a 50.000 si se cuentan los trabajadores independientes.

Los servicios informáticos generaron 6000 puestos de trabajo el año pasado y se prevé una cifra superior para 2006. Sin embargo, la acelerada expansión se ve amenazada por la falta de mano de obra calificada para los nuevos empleos. Para Pallotti es un problema que tiene dos maneras de interpretarse: “El crecimiento es tan importante que se hace difícil a la oferta acompañar esa demanda; pero eso es una buena noticia para la Argentina”. La escasez de recursos humanos produjo una competencia entre empresas que terminó por duplicar el salario promedio de un programador, de 700 a 1400 pesos. “Hay chicos que apenas tienen un par de materias de computación y ya consiguen empleo. Eso es producto de que las empresas pierden trabajos si no cuentan con la mano de obra”, señaló López. Sin embargo, a pesar de la salida laboral garantizada, la matrícula de carreras como Ingeniería en Informática y Análisis de Sistemas no aumentó considerablemente.

El Gobierno y las cámaras empresariales encararon políticas orientadas a capacitar recursos humanos en el corto y mediano plazo. El Ministerio de Trabajo y la cámara del sector desarrollaron planes de formación de programadores en cursos breves que no superan los seis meses de duración. Y la industria del software se comprometió a absorber 3500 de estos nuevos trabajadores. También fue acercada al Instituto Nacional de Educación Técnica la propuesta de crear la carrera de Técnico en Programación. Otros de los problemas del sector es el financiamiento: la mayoría de las pymes informáticas no cuentan con bienes, lo que hace muy difícil el acceso al crédito y las obliga a autofinanciarse. Desde el Ministerio de Economía se evalúan distintos instrumentos financieros para modificar esta situación.

Si logran superarse estos inconvenientes, el 2006 será un año de consolidación de la industria del software y los servicios informáticos: “Tenemos previsto un crecimiento cercano al 15 por ciento. Calculamos que aumentará la demanda interna por la recuperación del mercado corporativo; empresas internacionales radicarán centros de desarrollo de importancia y además entendemos que se verá incrementado el número de fusiones y adquisiciones, tanto entre empresas nacionales, como provenientes del extranjero”, pronosticó Pallotti

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