Preocupa la demora para rescatar la industria automotriz

CHICAGO. Según especialistas, en febrero pasado, las tres grandes armadoras de Detroit, incluida Ford Motor, sufrieron la peor de sus caídas en los últimos 27 años, y pese a la certeza de que habrá recursos para su saneamiento, General Motors estima la posibilidad de declararse en bancarrota, lo que tendría gran impacto en la economía del país.

Para el segundo mes de 2009, General Motors, la empresa automotriz más grande de Estados Unidos, reportó una caída en sus ventas del 53.1 por ciento, Chrysler de 44.1 por ciento, y Ford de 49.5 por ciento, respecto al mismo periodo del año anterior.

General Motors y Chrysler presentaron el pasado 17 de febrero sus planes de viabilidad al gobierno federal a fin de obtener recursos públicos para su rescate, mientras Ford decidió esperar que el Congreso fije el monto de ayuda, ya que su situación es menos severa.

Recurrir al Código de Bancarrota es una salida que GM ha tratado de evadir por los altos costos que implicaría, pero la presión es fuerte por las enormes pérdidas, la falta de liquidez y una deuda que supera los 82 mil millones de dólares, según su informe a las autoridades bursátiles de la semana pasada.

Con ello perderían su empleo en esta empresa más de 266 mil personas en el mundo y se dejarían de producir más de nueve millones de vehículos de ocho marcas y 55 modelos, aseguró el Centro de Investigación Automotriz de Estados Unidos (CAR por sus siglas en inglés).

Pero la quiebra de GM significaría además un duro golpe a la economía estadunidense, debido al tamaño de la empresa, de su plantilla laboral y de sus compras de insumos, expuso el CAR en un reciente estudio denominado "El impacto en la economía de una mayor contracción de las tres armadoras de Detroit".

Indicó que si alguna de las tres empresas se declara en bancarrota, impactaría a nivel nacional en materia de empleos, ingresos e impuestos gubernamentales y repercutiría en la industria automotriz de Canadá y México.

El estudio, coordinado por David Cole, director del CAR, asegura que ante la gravedad de la situación en GM y Chrysler, es posible que en los próximos 12 meses se presente una reducción en 50 por ciento de las actividades del sector e incluso la suspensión total.

"La bancarrota de cualquiera de las tres podría tener serias implicaciones para los fondos del sistema médico del país y el de pensiones", citó.

Las tres empresas emplean a más de 700 mil trabajadores directamente y son responsables de recursos destinados a la salud para dos millones de empleados retirados.

Además, existe una alta posibilidad de que muchas compañías relacionadas caigan en insolvencia, "se esperaría una ola de bancarrotas en empresas de autopartes (.) y ya que pocas de esas empresas sirven para exportar, la utilización manufacturera sería menor a 50 por ciento, forzándolas a reestructurar o liquidar".

Si la reducción de la actividad en las tres armadoras fuera de 50 por ciento este año, es decir que quebrara al menos una de las tres, las operaciones del sector automotriz del país se verían afectadas en su totalidad, incluida la producción internacional y de autopartes.

En el primer año de impacto habría una pérdida de empleo cercana a los 2.5 millones en la economía de Estados Unidos, comprendiendo 239 mil 341 empleos en las tres empresas, 795 mil 371 indirectos de autopartes y más de 1.4 millones en las distribuidoras.

Los empleos se recuperarían en 2010 pero sólo 1.5 millones de ellos, y en 2011 habría una recuperación adicional de mil millones de plazas. El ingreso del personal se reduciría en 125.1 mil millones de dólares en el primer año y en 275.7 mil millones en tres.

El impacto de esta pérdida de percepciones laborales repercutiría en el ingreso del gobierno en 49.9 mil millones de dólares en 2009, 33.7 mil millones en 2010, y 24.5 mil millones en el 2011, para dar un total de impuestos perdidos por 108.1 mil millones en tres años.

El futuro de General Motors depende de la respuesta que el gobierno emita el próximo 31 de marzo a su plan de viabilidad en el que solicita un préstamo de 16 mil 600 millones de dólares que se sumarían a los más de 13 mil 400 que recibió en diciembre pasado.

Chrysler expuso que requiere de cinco mil millones de dólares más de ayuda federal, adicionales a los cuatro mil millones otorgados en diciembre pasado y le apuesta al desarrollo de vehículos híbridos como forma de superar su crisis.

Entre ambas empresas planean despedir a 50 mil empleados cerrar plantas y líneas de producción, a fin de asegurar su viabilidad y con ello garantizar la ayuda financiera federal solicitada, pero esto solo si se les otorga el monto requerido.

Ford, en tanto, informó esta semana que reestructurará parte de su deuda con una combinación de efectivo y capital accionario para reducir sus pasivos que ascienden a 25 mil 800 millones de dólares y enfrentar su falta de liquidez.

El interés del Gobierno y el Congreso es garantizar que el financiamiento público a las armadoras se utilice efectivamente en su recuperación, pero el proceso ha sido tan lento que los recursos podrían fluir cuando la parálisis alcance a la mayor de las empresas, ampliando el costo del rescate.

Esta semana, el equipo del presidente Barack Obama, encargado de supervisar la reestructuración del sector automotriz, estará en Detroit donde sostendrá reuniones con directivos y representantes sindicales de General Motors, Ford y Chrysler.
 

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