Peón golondrina de Mendoza, ahora es presidente de la petrolera estatal de Bolivia

“Las empresas privadas no sirven. No se han reactivado por si mismas, sino que ni se manejan a sí mismas. Bolivia es, en definitiva, el gran exportador de capitales sin utilidades: 3 mil 600 millones de dólares. Allí está el verdadero problema. Por cada dólar imaginario de la especulación financiera, salen 3 dólares reales”.

La frase con la que se inicia esta nota fue pronunciada por Santos Ramírez en 2003. Una revelación, si se tiene en cuenta que hoy es quien conduce la estatización de los hidrocarburos en Bolivia.

Aquí su historia:

Santos Ramírez es una de las personas más cercanas a Evo Morales. Maestro rural primero, llegó a ser concejal de su pueblo y diputado del MAS antes de que su referente máximo alcanzara la presidencia. El éxito electoral lo catapultó al Senado. Lo presidió y salió de allí perseguido por denuncias de nepotismo que nunca supo responder.

Su destino estaba marcado: debía continuar dentro del engranaje de poder. Como una de las piezas fundamentales de la “revolución”, fue nombrado el 13 de marzo pasado como Presidente de YPFB, los Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia.

Pero Ramírez no olvida su pasado. “Cuando salí de la secundaria me fui a buscar empleo a la Argentina, a Mendoza. Trabajé en La Primavera y en el Valle de Uco”, le dijo al autor de estas líneas. “Fui explotado laboralmente; pagaban mal, discriminaban por la piel, el idioma, por cualquier cosa. La pasé muy mal en Mendoza”, recordó Ramírez hace unos de años, en ocasión de una visita a Buenos Aires y cuando Evo era sólo una figura emblemática de la oposición.

Algunos párrafos de aquella charla fueron publicados por medios argentinos y de Brasil. Pero hoy cobran vida ante la importante responsabilidad que el protagonista de esta historia asume en su país, en momentos en que se avanza en la estatización de las empresas petroleras.

–  A las tres o cuatro de la mañana estábamos de pie. Y trabajábamos hasta la noche. Esperábamos juntar plata y mucho no nos importaba el trato, pero si que era malo, no… dormíamos sobre cajas, con frío…

 – ¿Los trataban mal..?

– (…) Como a animales. Sí, como a animales. Yo creía que por tener el bachillerato iba a conseguir un buen trabajo, pero olvidaba que era boliviano. Fue muy violento y aleccionador.

El poderoso titular de la empresa que se hace cargo ahora de Repsol YPF giró por el país trabajando en huertas. Lo hizo en el Conurbano bonaerense y en la construcción “en la zona de Once”. Allí compró a un vendedor ambulante unos libros sobre el Che Guevara. “Ese era el camino”, rememoró.

En 2003, mientras se paseaba por la librería El Ateneo de Buenos Aires junto a quien hoy es el Ministro de la Presidencia de Bolivia, Juan Ramón Quintana Taborga, contó cómo es que se sumó a Evo:

– ¿Cómo es que llegó a vincularse a la política en su país? Me imagino que tuvo mucho que ver la experiencia de vida, a tan temprana edad, de las cosechas en la Argentina...

– Descubrí algunas cosas. Por ejemplo, que tanto la necesidad como la ambición desmedida son negadoras del conocimiento, del razonamiento. Un día nos pidieron en Retiro que trajéramos 400 pesos y empezábamos un trabajo. Se los dimos a un tipo. A las 4 de la tarde estábamos en un hospital para hacernos todos los análisis. Fue todo una mentira. Pero volviendo, muy decepcionado, encontré en un mesón de Once unos libros sobre el Che Guevara. Compré uno. Y después los siete con la historia de su vida. Me propuse seguir, humildemente, con su tarea, con su ejemplo. Él siempre decía que había que estudiar mucho y saber de todo. Volví a Bolivia y me recibí de maestro rural. Después de técnico en Gestión municipal, de abogado y estoy estudiando Economía.

Es parte del engranaje de la “revolución” que lleva adelante,  no sin tropiezos, Evo Morales. Ramírez, aquel bachiller que fue explotado laboralmente en la Argentina, como tantos migrantes que buscan salvar sus sueños fuera de su tierra, hoy conduce la potencia petrolera de Bolivia, YPFB.

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