Los privados esperan aprovechar el cierre de comedores obreros en Cuba

LA HABANA. El cierre de comedores obreros en Cuba, primer paso para eliminar grandes subsidios estatales, aumentó las ventas en pequeños negocios privados, que sueñan con crecer cuando el proceso "experimental" se extienda a todo el país.

"Ya no tienen almuerzo, ahora tienen que venir a morir aquí", dijo Idalmis Zayas, dueña de un negocito de pizzas, helados y refrescos en su casa en el bulevar de Obispo, cerca de dos de los ministerios que experimentan la medida.

Este es el primer paso del gobierno de Raúl Castro para eliminar insostenibles subsidios estatales vigentes desde los años 60, entre ellos "la libreta", cartilla mediante la cual se vende una canasta básica a todos los cubanos.

"A esta hora hace dos días me moría de sueño, hoy no he parado un segundo, pero no me estoy quejando, esta medida sí está buena", dijo sonriente Zayas.

La disposición, puesta en vigor el jueves, afecta por ahora a cuatro ministerios y aspira extenderse a los 24.700 comedores existentes en el país, en los que comen más de 3,4 millones de trabajadores, de una población total de 11,2 millones.

El precio de esa ración para el obrero era de entre 1 y 2 pesos diarios (0,05 y 0,10 dólares estadounidenses), pero el ‘Papá Estado’ como lo llaman algunos dirigentes, gastaba 350 millones dólares anuales en alimentos, sin contar energía y mantenimiento de instalaciones.

Desde el cierre de los comedores, cada obrero recibe una compensación de 15 pesos (0,60 dólares) diarios, en un país donde el salario mensual promedio ronda los 17 dólares.

Las primeras impresiones de los afectados son encontradas.

"Hay que ver, esto está empezando, pero veo bien que uno pueda escoger lo que quiere comer", declaró Lisset Fraga, empleada del Ministerio de Finanzas, a AFP mientras hacía fila en una cafetería para comprar un pan con cerdo asado.

En cambio, otro trabajador del mismo ministerio -que prefirió no revelar su identidad- dijo no apoyar la medida. "No es lo mismo comerte un plato de comida calentito, sentado, que salir corriendo detrás de una pizza", comentó, con una porción en cada mano. Además, hay "que hacer una cola".

La decisión es compleja, pues la escasez de alimentos y su alto costo hace que para algunos esa sea la principal comida del día.

"Es algo nuevo que se irá perfeccionando con el tiempo, no todos piensan igual, pero te entregan en la mano otro salario para que almuerces, eso sólo lo hace este gobierno", comentó Margarita Sardiñas, trabajadora del comercio, que optó por llevar la comida de su casa. "Me traje una ensaladita de vegetales y un huevo cocido".

Algunos ministerios comprendidos montaron salones con refrigeradores y microondas para quienes lleven la comida de casa, y contrataron el servicio de restaurantes estatales cercanos.

"Esta es otra opción, pero si tengo que hacer media hora de cola cada día, pensaré en otra fórmula", dijo un trabajador señalando a la fila, de unas 30 personas, frente a uno de estos establecimientos.

La medida es parte de la política de "realismo y racionalidad" del Gobierno, junto a la lucha contra la corrupción y disminuir las gravosas importaciones de alimentos, de 2.500 millones de dólares anuales.

El ministro de Economía, Marino Murillo, afirmó que el descontrol y desorganización en los comedores es tal que en 2008 se detectó un exceso de productos valorado en 35 millones de dólares.

"Se trata de dar, más que de quitar. De abrir las puertas a la racionalidad y al ahorro, de liberar al país de una carga que no puede ni está en condiciones de seguir llevando", dijo el diario oficial Granma.

 

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