En Alemania hay más empleo y dinero pero menos compras

BERLIN. La alemana Julia Sonnenberg está buscando los últimos "bestsellers" en una librería del centro de Berlín, pero no puede convencerse de comprar uno.

"Estoy aquí para ver vidrieras, no realmente para gastar," dijo la agente de viajes de 40 años mientras salía de una tienda en un centro comercial un sábado por la tarde.

Claudia Mueller, de 39 años, quien trabaja en una agencia de reclutamiento de personal, está esperando a una amiga que está haciéndose una manicura, pero ella no se la hizo. "El combustible está mucho más caro, y estoy siendo más cuidadosa con mi dinero estos días," contó.

Al igual que muchos alemanes, Sonnenberg y Mueller están preocupadas por el alza de precios y sienten que su poder adquisitivo está debilitándose.

El aumento del costo de la energía y de algunos productos alimenticios ha elevado la inflación, eclipsando otras noticias positivas como una caída en el desempleo a un mínimo de 14 años e incrementos en los sueldos después de años de restricciones salariales.

Para algunos, el temor alemán a la inflación es un legado de la hiperinflación sufrida entre las dos guerras mundiales, cuando se necesitaba una billetera llena de dinero para pagar un trozo de pan. Esto, y una posterior racha inflacionaria que terminó en 1948, dejó un recuerdo imborrable en el país.



"La psique alemana todavía está marcada por el recuerdo popular de las dos grandes inflaciones del siglo XX," dijo Harold James, un profesor de historia de la Universidad de Princeton.

"Claramente no es algo que muchos hayan vivido, fueron sus padres o sus abuelos quienes lo hicieron, pero siempre existe una memoria popular," agregó.

La inflación está lejos de ser galopante. El índice nacional subió un 2,7 por ciento en septiembre, pero los pronunciados aumentos en el costo de los artículos de todos los días, como la mantequilla y la gasolina han puesto nerviosos a los consumidores.



CAZADORES DE SALDOS

De cara al aumento en el costo de los productos, los alemanes están consolidando su reputación de una nación de cazadores de saldos, mientras tratan de contener sus gastos domésticos generales.



El mes pasado, los clientes de una tienda de productos a precio de descuento que se inauguraba en Berlín estaban tan desesperados por los artículos baratos que se produjeron peleas, se rompieron vidrieras y una nueva escalera mecánica resultó dañada.



La renuencia a gastar persiste a pesar de que en septiembre el desempleo cayó por decimoctavo mes consecutivo y pese a una racha reciente de sólidos aumentos salariales, en una economía robusta que el año pasado gozó de su crecimiento más fuerte en seis años.



La gran mayoría de alemanes siente que no está beneficiándose de la recuperación económica, según mostró un sondeo realizado por la encuestadora Infratest dimap para la cadena televisiva ARD.



La angustia por la inflación está reteniendo un aumento en el gasto de los consumidores en un momento crucial para la mayor economía de Europa. Los economistas apuestan a que el consumo doméstico compense la caída en las exportaciones causada por un menor crecimiento en el extranjero y por la subida del euro.



El consumo privado contribuyó en 0,6 puntos porcentuales al crecimiento económico del 2,9 por ciento en Alemania el año pasado, después de no haber hecho contribución alguna en 2005.



"La gente ve la inflación en aquellas cosas muy visibles como la mantequilla y la gasolina -eso llama su atención y los hace más renuentes a gastar dinero," dijo Holger Schmieding, un economista del Bank of America.



El costo del pan ha aumentado en Alemania después de que los precios del trigo se duplicaran en gran parte del mundo, debido a las malas cosechas en países productores clave.



En Alemania, los precios de la mantequilla y la leche también han subido un 50 por ciento. Pero más allá de los productos alimenticios y la gasolina, los economistas dicen que los aumentos en los precios son menos pronunciados que lo que piensan los consumidores.



"Este es un problema completamente psicológico," dijo Stefan Bielmeier del Deutsche Bank.

REFORMAS EN LAS PRESTACIONES SOCIALES

No obstante, algunas cuestiones fundamentales están llevando a los alemanes a ahorrar en lugar de gastar dinero.

Con una cultura del alquiler de las propiedades profundamente arraigada, Alemania no ha gozado del crecimiento de la riqueza producto del auge inmobiliario que en los últimos años se vio en Estados Unidos y Gran Bretaña.



"En la economía alemana no se da el impulso inmobiliario: menos de la mitad de la población es propietaria," dijo Adam Tooza, un destacado catedrático de historia económica europea moderna en la Universidad de Cambridge en Gran Bretaña.



Puede que aún dure el efecto del alto desempleo que vivió Alemania a principios del 2005, cuando la desocupación alcanzó un máximo de posguerra, lo que también podría estar golpeando el gasto de los consumidores, agregó Tooza.



La reticencia de los consumidores a gastar también puede deberse a los temores acerca de las reformas a las prestaciones sociales.

Alemania congeló las pensiones en el 2003 en un intento por limitar los costos y reducir el rojo en las finanzas públicas.



El ministro de Finanzas, Peer Steinbrueck, ha llegado a sugerir a la gente que no se tome vacaciones para ahorrar para cuando se retiren.



Los alemanes ahorraron un 10,6 por ciento de sus ingresos disponibles el año pasado, comparado con un índice de ahorros personales negativo en Estados Unidos.



"A mediano plazo se van a preocupados por sus pensiones y debajo de todo esto están preocupados por si la economía puede seguir creciendo," dijo Bielmeier de Deutsche Bank.

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