Argentina fuera del ranking de las mejores universidades del mundo

El ingreso per cápita argentino no se condice con la calidad educativa. China e India, con menos nivel económico, tienen universidades en el ranking del London Times. Los expertos critican que el presupuesto nacional no premie la calidad educativa.
Ninguna universidad argentina -ni estatal ni privada- aparece en el listado de las mejores clasificadas del mundo, un ranking que cada año elabora el suplemento educativo del London Times de Londres. No es de extrañar, porque en ese listado hay muy malas calificaciones a las universidades de América latina, salvo para la Autónoma de México (UAM), que aparece número 74, escalando 21 puestos en relación a un año atrás. La de San Pablo, Brasil, salió de la nómina.
Las consultoras de personal aseguran que en Argentina, salvo excepciones, las empresas no toman como clave la universidad de egreso de su futuro empleo, un ítem que es altamente valorado en el resto del mundo. Un relevamiento privado realizado un año atrás concluye que la Universidad de Buenos Aires (UBA) es la primera más recordada espontáneamente por las consultoras de selección de personal de todo el país. La de Córdoba aparece, pero más rezagada en el orden general y mejor posicionada en Derecho.
Mario Tejeiro, especialista en Educación del Centro de Estudios Públicos, señala a LA MAÑANA que para mejorar la calidad educativa es necesario crear un sistema de exámenes nacionales “hecho en serio, con obligatoriedad para todos los alumnos y con consecuencias para la promoción y graduación. No hay otra manera de restituir los incentivos para el esfuerzo académico, que han sido destruidos por un populismo educativo que pulverizó la exigencia escolar con tal de evitar la deserción”.
El director del ranking del London Times, Martin Ince, no se mostró sorprendido por la ausencia de universidades latinoamericanas. Explicó que el 40 por ciento de la calificación depende de la reputación que tienen las instituciones en medios académicos, “y no se ve mucha investigación saliendo de las universidades latinoamericanas”.
Incluso la UNAM obtiene la peor clasificación posible (cero) en trabajos de investigación aparecidos en publicaciones académicas internacionales. En paralelo a la publicación del London Times circula la elaborada por la Universidad de Shanghai, también encabezado por Harvard, que incluye a sólo tres universidades de América latina. Allí sí está la UBA en la categoría 151-200. En el mismo nivel reviste la de México y la de San Pablo.
La tres universidades latinoamericanas están muy por debajo de las universidades de China (la Universidad de Beijing es la número 15 del mundo en la lista del London Times) Singapur, India, Corea del Sur y varios otros países.
Un dato a tener en cuenta es que China, con un ingreso per cápita de 1,943 dólares al año, tiene 10 veces más universidades entre las mejores 200 del mundo del London Times que México, que tiene un ingreso per cápita de 7,593 dólares. India, con un ingreso per cápita de sólo 769 dólares al año, tiene tres universidades en el ranking, mientras que Brasil y Argentina -con un ingreso per cápita de más de 5.100 dólares cada una- no tienen ninguna.
Los expertos aseguran que no es una cuestión de cuánto dinero gastan los países en educación universitaria, sino de cómo lo gastan. El eje, sostienen, son los incentivos a las instituciones para mejorar, lo que en Latinoamérica no existe. Las remesas presupuestarias no premian la mejora de la calidad.
Los encargados de buscar personal en la Argentina sostienen que, en los profesionales con título de postgrado, la universidad de procedencia tiene más importancia en los jóvenes profesionales y mandos medios que en los directivos y gerentes.
Tejeiro sostiene que la izquierda critica a Filmus por haber adherido al “modelo mercantilista globalizador, que sujeta la educación a las necesidades del mercado’. Para ellos educar al pueblo para competir servirá sólo a los intereses capitalistas. Reprueban toda ‘injerencia del mercado’ en la determinación de la política educativa, como si la educación no tuviera que servirle al ciudadano para resolver su futuro económico, además de formarlo para la vida en sociedad”.

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