Argentina: los edificios sin humo ganan la batalla

Cementerios de colillas, restos de cigarrillos desparramados por la vereda y empleados aspirando humo en la puerta de las empresas.
Mientras el Gobierno intenta que el Congreso apruebe una ley nacional antitabaco (ya existe una en la Capital Federal y en varias provincias), el sector privado se adelantó y comenzó su propia cruzada contra el cigarrillo.
La batalla parece estar dando resultados: el número de fumadores se reduce en un 20 por ciento en las compañías libres de humo, mientras que el consumo de los que siguen con el vicio disminuyó entre un 20 y un 40 por ciento, según el cardiólogo Salvador Más, director médico del sitio www.dejardefumar.com.ar y miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología.
Según la Encuesta de Tabaquismo en Grandes Ciudades de la Argentina, realizada entre noviembre y diciembre de 2004 por el Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación, el 34,4 por ciento de la población argentina es fumadora, si se considera sólo a los mayores de 18 años. En 1999, ese número era del 40 por ciento.
Aunque las cifras son todavía elevadas, Más calcula que alrededor del 30 por ciento de los fumadores del país está tratando de dejar el vicio y un 80 por ciento lo ha intentado en algún momento de su vida.
Para abandonar el cigarrillo, entre el 5 y el 15 por ciento recurre a tratamientos no convencionales (láser, acupuntura, homeopatía y hasta hipnosis), y un 60 por ciento prefiere un tratamiento médico especializado, con seguimiento a largo plazo.
Hasta el momento existen 231 empresas e instituciones certificadas por el Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación como “libres de humo” y un número similar se encuentra a la espera para obtener esa certificación.
“Realmente existe mucho interés del sector privado desde que comenzamos con las certificaciones, en 2004. Esto se evidencia en la cantidad de pedidos que recibimos de las empresas, que superan la capacidad de inspección que tenemos", dijo una calificada fuente del ministerio.
Entre los requisitos para que una firma sea considerada libre de humo figuran la obligación de que se prohíba fumar en todos los espacios cubiertos y abiertos cerca de las bocas de ventilación y que no se permita encender cigarrillos en los autos de la compañía ni en los eventos organizados por ella.
"Además del beneficio en la salud, estar certificada implica menos gasto en seguro social y una mejora en la imagen, tanto interna como externa de la empresa", precisan en el ministerio, donde, aunque no tienen cifras oficiales de cuánto desciende el número de fumadores en estas empresas, aseguran que "es importante".
Una de las compañías que están certificadas es el hipermercado Wal-Mart, aunque sólo en su casa central, donde trabajan 340 personas. En las sucursales, ni los empleados ni los clientes y proveedores pueden fumar desde hace ya varios años.
"El proceso fue largo. Lo venimos haciendo desde hace muchos años. La gente fuma afuera y eso desalienta mucho porque es un esfuerzo salir de la oficina sólo para eso", dice Juan Martín Barbeito, gerente de Recursos Humanos de Wal-Mart.
La empresa, junto con la prohibición de fumar, dicta charlas educativas para mejorar la calidad de vida. Entre ellas se incluye la de cómo dejar el hábito y los daños que el cigarrillo puede causar en la salud.
"Los temas de estas charlas van surgiendo de los pedidos que nos hacen los empleados, y el del cigarrillo es uno de los más solicitados", cuenta Barbeito, un no fumador agradecido.
Coca-Cola de Argentina también logró hace poco la certificación del ministerio. Allí hay una terraza en el piso 13 donde los fumadores pueden despuntar el vicio sin molestar a los que no lo tienen y sin salir a la calle.
Edesur acaba de estrenar su condición de empresa libre de humo, aunque todavía no está certificada. "Desde el 1° de diciembre no se puede fumar, pero todavía hay algunos sectores habilitados. Eso sí: el 31 de mayo, Día Internacional del No Tabaco, se prohibirá fumar en todos lados", cuenta Alejandra Martínez, vocera de la compañía distribuidora de energía.
Martínez es fumadora (enciende entre 10 y 15 cigarrillos diarios), pero aun así integró el comité que se encargó de organizar el edificio libre de humo. En Edesur, la población que tiene el vicio es del 35 por ciento, en sintonía con el porcentaje de fumadores del país.
"Desde que empezó la medida, fumo el 20 por ciento de lo que fumaba habitualmente. En un momento de estrés, lo primero que hacía era prender un cigarrillo. Ahora aprendí a controlarme", asegura, agradecida, Martínez.
De todas formas, para las personas que necesiten apoyo psicológico y contención, la empresa dictará unos cursos voluntarios para ayudar a dejar el vicio. "En general, la gente tomó muy bien la medida porque entendió que es algo en favor de la salud de todos."

Tabacaleras y quioscos

En las tabacaleras como Nobleza Piccardo, existe desde hace poco tiempo la política de "convivencia en armonía", que consiste en designar lugares especiales para aquellos que deseen fumar sin molestar a los otros.
"A la hora de delimitar los espacios comunes consideramos los porcentajes de fumadores y no fumadores que poseemos en la compañía, que son similares a los existentes en la sociedad. Aquí no hay más fumadores por ser una tabacalera", dicen en la compañía.
"Dentro de los espacios de trabajo individuales, cada uno de los empleados deberá identificar si elige fumar o no en ellos, siempre considerando a aquellos con quienes los comparte, para respetar la convivencia y la armonía interna."
En los quioscos del microcentro, la cruzada antitabaco parece estar sintiéndose. Así lo percibe Marta, que atiende el puesto de 25 de Mayo al 900. "La gente, sobre todo los jóvenes, lleva muchos cigarrillos sueltos porque dicen que se están cuidando. Y aumentó la venta de los atados de diez por el mismo motivo."
El quiosco de Viamonte al 500 también percibe una baja en el consumo. "Antes, les vendíamos a muchos empleados de las empresas cercanas. Pero varios dejaron de comprarnos porque dicen que, al no poder fumar en el trabajo, largaron el cigarrillo", comenta Antonio.
La prueba más contundente la da Hernán, un habitual cliente. "Dame un atado de diez. No, mejor dame uno solo cigarrillo, que me lo fumo antes de entrar a trabajar. Después, ya no puedo."

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Argentina: los edificios sin humo ganan la batalla

Cementerios de colillas, restos de cigarrillos desparramados por la vereda y empleados aspirando humo en la puerta de las empresas.
Mientras el Gobierno intenta que el Congreso apruebe una ley nacional antitabaco (ya existe una en la Capital Federal y en varias provincias), el sector privado se adelantó y comenzó su propia cruzada contra el cigarrillo.
La batalla parece estar dando resultados: el número de fumadores se reduce en un 20 por ciento en las compañías libres de humo, mientras que el consumo de los que siguen con el vicio disminuyó entre un 20 y un 40 por ciento, según el cardiólogo Salvador Más, director médico del sitio www.dejardefumar.com.ar y miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología.
Según la Encuesta de Tabaquismo en Grandes Ciudades de la Argentina, realizada entre noviembre y diciembre de 2004 por el Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación, el 34,4 por ciento de la población argentina es fumadora, si se considera sólo a los mayores de 18 años. En 1999, ese número era del 40 por ciento.
Aunque las cifras son todavía elevadas, Más calcula que alrededor del 30 por ciento de los fumadores del país está tratando de dejar el vicio y un 80 por ciento lo ha intentado en algún momento de su vida.
Para abandonar el cigarrillo, entre el 5 y el 15 por ciento recurre a tratamientos no convencionales (láser, acupuntura, homeopatía y hasta hipnosis), y un 60 por ciento prefiere un tratamiento médico especializado, con seguimiento a largo plazo.
Hasta el momento existen 231 empresas e instituciones certificadas por el Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación como “libres de humo” y un número similar se encuentra a la espera para obtener esa certificación.
“Realmente existe mucho interés del sector privado desde que comenzamos con las certificaciones, en 2004. Esto se evidencia en la cantidad de pedidos que recibimos de las empresas, que superan la capacidad de inspección que tenemos", dijo una calificada fuente del ministerio.
Entre los requisitos para que una firma sea considerada libre de humo figuran la obligación de que se prohíba fumar en todos los espacios cubiertos y abiertos cerca de las bocas de ventilación y que no se permita encender cigarrillos en los autos de la compañía ni en los eventos organizados por ella.
"Además del beneficio en la salud, estar certificada implica menos gasto en seguro social y una mejora en la imagen, tanto interna como externa de la empresa", precisan en el ministerio, donde, aunque no tienen cifras oficiales de cuánto desciende el número de fumadores en estas empresas, aseguran que "es importante".
Una de las compañías que están certificadas es el hipermercado Wal-Mart, aunque sólo en su casa central, donde trabajan 340 personas. En las sucursales, ni los empleados ni los clientes y proveedores pueden fumar desde hace ya varios años.
"El proceso fue largo. Lo venimos haciendo desde hace muchos años. La gente fuma afuera y eso desalienta mucho porque es un esfuerzo salir de la oficina sólo para eso", dice Juan Martín Barbeito, gerente de Recursos Humanos de Wal-Mart.
La empresa, junto con la prohibición de fumar, dicta charlas educativas para mejorar la calidad de vida. Entre ellas se incluye la de cómo dejar el hábito y los daños que el cigarrillo puede causar en la salud.
"Los temas de estas charlas van surgiendo de los pedidos que nos hacen los empleados, y el del cigarrillo es uno de los más solicitados", cuenta Barbeito, un no fumador agradecido.
Coca-Cola de Argentina también logró hace poco la certificación del ministerio. Allí hay una terraza en el piso 13 donde los fumadores pueden despuntar el vicio sin molestar a los que no lo tienen y sin salir a la calle.
Edesur acaba de estrenar su condición de empresa libre de humo, aunque todavía no está certificada. "Desde el 1° de diciembre no se puede fumar, pero todavía hay algunos sectores habilitados. Eso sí: el 31 de mayo, Día Internacional del No Tabaco, se prohibirá fumar en todos lados", cuenta Alejandra Martínez, vocera de la compañía distribuidora de energía.
Martínez es fumadora (enciende entre 10 y 15 cigarrillos diarios), pero aun así integró el comité que se encargó de organizar el edificio libre de humo. En Edesur, la población que tiene el vicio es del 35 por ciento, en sintonía con el porcentaje de fumadores del país.
"Desde que empezó la medida, fumo el 20 por ciento de lo que fumaba habitualmente. En un momento de estrés, lo primero que hacía era prender un cigarrillo. Ahora aprendí a controlarme", asegura, agradecida, Martínez.
De todas formas, para las personas que necesiten apoyo psicológico y contención, la empresa dictará unos cursos voluntarios para ayudar a dejar el vicio. "En general, la gente tomó muy bien la medida porque entendió que es algo en favor de la salud de todos."

Tabacaleras y quioscos

En las tabacaleras como Nobleza Piccardo, existe desde hace poco tiempo la política de "convivencia en armonía", que consiste en designar lugares especiales para aquellos que deseen fumar sin molestar a los otros.
"A la hora de delimitar los espacios comunes consideramos los porcentajes de fumadores y no fumadores que poseemos en la compañía, que son similares a los existentes en la sociedad. Aquí no hay más fumadores por ser una tabacalera", dicen en la compañía.
"Dentro de los espacios de trabajo individuales, cada uno de los empleados deberá identificar si elige fumar o no en ellos, siempre considerando a aquellos con quienes los comparte, para respetar la convivencia y la armonía interna."
En los quioscos del microcentro, la cruzada antitabaco parece estar sintiéndose. Así lo percibe Marta, que atiende el puesto de 25 de Mayo al 900. "La gente, sobre todo los jóvenes, lleva muchos cigarrillos sueltos porque dicen que se están cuidando. Y aumentó la venta de los atados de diez por el mismo motivo."
El quiosco de Viamonte al 500 también percibe una baja en el consumo. "Antes, les vendíamos a muchos empleados de las empresas cercanas. Pero varios dejaron de comprarnos porque dicen que, al no poder fumar en el trabajo, largaron el cigarrillo", comenta Antonio.
La prueba más contundente la da Hernán, un habitual cliente. "Dame un atado de diez. No, mejor dame uno solo cigarrillo, que me lo fumo antes de entrar a trabajar.  Después, ya no puedo."

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