Productividad laboral y salarios en la América Latina actual

Un estudio sobre la productividad, distribución del ingreso y cantidad de horas trabajadas en Latinoamérica arroja señales de grandes cambios respecto a la década pasada.

Según indican la Organización Internacional del Trabajo (O.I.T) y la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe (CEPAL) en 2006 se han completado cuatro años de crecimiento ininterrumpido, y de acuerdo a lo que se espera para 2007, se alcanzará un lustro de expansión en toda Sudamérica y el Caribe, con la lógica repercusión en el mercado laboral, si bien persisten grandes brechas entre distintos estamentos de trabajadores. Este es un nuevo panorama para la región luego de años de crisis políticas, económicas y sociales recurrentes, alta volatilidad en la economía regional, cuyo producto bruto creció en 2006 un 5,1%. Pero aún así quedan unos 17,5 millones de desempleados en las áreas urbanas  latinoamericanas.

En Argentina, luego de la gran caída de la crisis de 2001, los ingresos familiares per capita han crecido en forma sostenida, sobre todo en el caso de los hogares más humildes, que han recuperado un 50% de sus ingresos respecto al fin de la convertibilidad, contra un 10% de las familias más pudientes, lo que hace que la distribución del ingreso real sea más equitativa.

Entre 2001 y 2006 la tasa de desempleo cayó por debajo de los dos dígitos, y aún más la de subempleo. Durante esos mismos cinco años, la cantidad de gente con empleo aumentó un 7,6%. El ingreso aumentó, dado que en 2001 el 27% de los trabajadores cumplía jornadas completas, mientras que en 2006 lo hace el 37%. Las mejoras en la distribución del ingreso, entonces, se dan tanto por el aumento de horas trabajadas como porque muchos jóvenes dejan sus estudios para lanzarse al mercado laboral, lo que implica un perdida en la capacitación y recursos humanos. Además, en el aumento de ingresos influye la mayor informalidad laboral y la precarización o flexibilización de las condiciones del trabajo. 

Todo esto ha incidido en la productividad. Según un estudio de la Unión Industrial Argentina (U.I.A) sobre salarios y productividad industrial, la industria ha crecido un 72,1% desde el pico de la última crisis, mientras el resto de la economía lo hizo un 48%, con un incremento de salarios en la actividad del 32%.



Pero sigue pesando el empleo no registrado, ya que en el sector formal las remuneraciones han crecido un 126% en cinco años, pero solo un 58% en los empleos no formales. Denuncian también que en la industria argentina el costo laboral está igualando al de la productividad que se registraba en 1998, cuando el principio de la recesión produjo una caída del 25% en la producción industrial. Para sostener el crecimiento actual, dicen, será necesario facilitar la formalización del empleo reduciendo los costos laborales mediante una política adecuada a tal fin, para que la inversión crezca en calidad y cantidad.

Afirma también UIA, que los países más desarrollados cumplen con severas reglas de productividad, lo que garantiza la competitividad que otros han perdido por no seguir normas estrictas al respecto. Con ello optimizarían la relación costo-productividad y lograrían mejoras reales y sostenibles en los salarios. Por lo pronto, la actividad industrial argentina está creciendo a un promedio del 11% anual desde 2003.
Pero como ya se dijo, la incidencia del trabajo informal sobre la productividad es grande. Casi la mitad de los trabajadores del sector privado siguen trabajando en forma no registrada, y esto influye en que algo más de uno de cada cuatro argentinos siga siendo pobre. Entonces, el crecimiento económico de los últimos cuatro años al 9% no ha disminuido la pobreza y la indigencia tanto como se esperaba.

Comparando con otros países de la región, Paraguay tiene una informalidad laboral del 77% y un índice de pobreza del 38%, mientras Chile (con un desarrollo similar al de Argentina) solo tiene un tasa de empleo “en negro” del 23%, y la pobreza afecta al 19% de los chilenos, la más baja de Sudamérica. En Argentina esos guarismos casi se duplican: un empleo no registrado del 43%, y pobreza del 27%, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).

Debido a los altos impuestos al trabajo en Argentina, solo los trabajadores de mayor nivel de educación obtienen los mejores empleos, disfrutan de seguridad y estabilidad y sus salarios son más elevados. Y el resto solo accede a empleos de menor calidad, muchas veces no registrados y de escasa productividad, y son los más expuestos a  los frecuentes cimbronazos económicos de la región. Así queda muy segmentado el mercado laboral, creando más inequidad. Por eso en Chile los impuestos sobre el salario en bruto son de  solo el 23% contra un promedio de 40% en Argentina y Paraguay; esto permite entre otras cosas una mejor cobertura social, que no solo llega a un segmento elegido sino que tiende a universalizarse más.

Y todo parece indicar que se hará difícil cumplir con los objetivos de erradicar la extrema pobreza del subcontinente para el año 2015, el objetivo “del milenio” que en el principio de este siglo se fijaron los jefes de Estado de la región. Ocurre que aún es menguado el ritmo de creación de empleo en cantidad y calidad suficiente, o “Empleo decente”, como lo define la O.I.T. , que lo describe como aquel obtenido y ejercido con buenas condiciones salariales, de productividad, libertad e igualdad, protección y dignidad. Ya la O.I.T ha presentado una nueva agenda de medidas a tomar para el periodo 2006-2015 en pos de llegar a las metas de “Empleo decente”, que permita aprovechar este periodo de crecimiento sin solución de continuidad.

Ahora bien; no son pocas las amenazas que se ciernen sobre este panorama casi inédito en la región. Una de las peores es el “Cambio climático”, que está generando un gran deterioro ambiental, sobre todo en las grandes urbes donde para el año 2015 vivirán unos 500 millones de latinoamericanos. Esto costará al año 65 millones de jornadas laborales y alrededor de 1.950 millones de dólares, por lo que se hará difícil reducir la pobreza en la región donde ya 205 millones de personas subsisten con  menos de dos dólares diarios, según indica la CEPAL.

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