Madrid: un guardia de seguridad disparó contra tres compañeros de trabajo a quienes acusaba de insultarlo

MADRID. Sólo llevaba un mes trabajando como vigilante para la empresa de seguridad ORMA, pero había tenido varios incidentes con sus compañeros, quienes habían juntado firmas para que lo echaran.

Según el diario 20 minutos Manuel Ramírez Torrecilla de 35 años, llegó al acceso del Palacio de Correos por la calle Montalbán pasadas las seis de la tarde y, tras abandonar el coche, se dirigió hacia el pasadizo de acceso al edificio armado con una escopeta de caza y con una cartuchera, cuyo origen se desconoce ya que la empresa ORMA aseguró que no son de su propiedad.

Cuando Juan Antonio Jiménez Ortega, de 49 años, le dio el alto, el agresor le disparó en la cara y el cuello provocando su muerte instantánea. Al oír ese primer disparo salieron Manuel Montañés e Inés García, ambos de unos 50 años, a quienes su ex compañero también tiroteó.

El primero recibió impactos en la zona del abdomen con orificios de salida y fue atendido en parada cardiorrespiratoria por los servicios de Emergencia, falleciendo en el Hospital Clínico a donde había sido trasladado.

La mujer fue trasladada al Hospital Gregorio Marañón donde permanece estable aunque con pronóstico grave a causa de un disparo en el hemitórax derecho con múltiples orificios de entrada. Su marido, que acudió al centro hospitalario, tuvo a su vez que ser atendido por un psicólogo del SAMUR tras sufrir una crisis nerviosa.


Tras la agresión, el ex vigilante se quitó la vida disparándose un tiro en la cabeza.

Orma Seguridad, donde trabajaban los vigilantes fallecidos, presta servicio para las empresas constructoras FCC-Dragados que realizan la reforma del emblemático edificio del Palacio de la plaza de la Cibeles donde se ubicará la futura sede del nuevo Ayuntamiento de Madrid, cuyo vicealcalde Manuel Cobo acudió a interesarse por los hechos al lugar del suceso.

Según publicó ayer el diario El Mundo, la empresa de seguridad Orma ha asegurado que el presunto homicida firmó su baja voluntaria dos días después de Navidad, tras haber interpuesto sendas denuncias contra dos de sus compañeros el 21 y el 25 de diciembre. Ramírez no los volvió a ver hasta que se celebró la vista oral en el juzgado número 47, donde Manuel Montañés Riesco, de 52 años, y Juan Pedro Jiménez Ortega, de 49, se defendieron contestando que Martínez era una persona desequilibrada.

Ayer se conocieron las últimas palabras de Ramírez al finalizar la vista oral: "Os creéis los amos, os vais a cagar".

El supuesto asesino acusaba a estos dos ex compañeros de proferirle insultos, amenazas y coacciones, de hacerle la vida imposible y reírse de él mientras prestaba su trabajo de vigilante en el Palacio de Correos y Telecomunicaciones.

En concreto, Ramírez acuso a Montañés de ser el cabecilla de quienes, a su juicio, le "mamoneaban". "Me colocan los peores turnos, me hacen la vida imposible, trabajo un montón de horas, se ríen de mí y me insultan", declaró, pues al parecer le asignaban los fines de semana y eso le impedía disfrutar de los días habilitados para la caza, una de sus pasiones.

Sus ex compañeros no se quedaron de brazos cruzados ante las denuncias y elaboraron un escrito pidiendo su trasladado. El documento, en el que se manifestaba que Ramírez era una persona "conflictiva" y con "una falta clara de deontología profesional" fue rubricado por nueve trabajadores.

Antes de suicidarse, Ramírez pudo provocar dos muertes más. Apuntó a otro vigilante uniformado al que preguntó si también había firmado el escrito en su contra, a lo que el hombre contesto que no. "No me mates, soy padre de familia", le rogó.

Un obrero que había escuchado los tiros apareció en este momento en la puerta del palacio de Correos y también estuvo en el punto de mira de la escopeta de Ramírez, pero éste, al darse cuenta de que no era un trabajador de Orma, no le disparó. A continuación, se puso la escopeta en la sien y, con una copia del convenio colectivo de su ex empresa en el bolsillo, se disparó.

Versiones contradictorias

El 27 de diciembre Manuel Ramírez acudió a una reunión con los jefes de la empresa Orma, en la que según un familiar se le invitó a abandonar la empresa. Un comunicado de la compañía contradice esta versión e insiste en que el supuesto homicida firmó la baja voluntaria.

Tras abandonar la empresa, el vigilante pasó varios días encerrado en su casa, obsesionado con lo ocurrido. "Pasó varios días malos y de mucha angustia", ha explicado un familiar, que concretó que Ramírez llegó a visitar a un médico que le administró fármacos para aplacar su ansiedad.

Fuentes cercanas a la investigación han indicado que Manuel empezó entonces a sufrir un cuadro depresivo. Sin embargo, la empresa Orma ha afirmado que Manuel Ramírez "no dio muestras de tener ningún problema psicológico ni trastorno psíquico alguno".



CCOO pide medidas de control

Por su parte, publica El Mundo, el sindicato CCOO de Madrid aseguró que el asesinato de los vigilantes "pone de relieve la ausencia de evaluación de los riesgos psicosociales en las empresas", en especial las de seguridad por sus duras condiciones de trabajo.

Según informa Efe, los vigilantes de seguridad han de pasar exámenes ante la Policía Nacional para ser habilitados para el ejercicio de su profesión y otros ante la Guardia Civil para conseguir licencia de armas, que se renueva cada cinco años.

El primer paso para hacerse vigilante es pasar un curso de al menos 180 horas en centros autorizados por el Ministerio del Interior, cuyo temario incluye instrucción en manejo de armas, informática, primeros auxilios o prevención de riesgos laborales, explicaron fuentes del sector.

Sobre los hobbies de los trabajadores

En muchas organizaciones, les solicitan a los futuros candidatos a ocupar puestos de trabajo que describan sus preferencias sobre deportes, hobbies, ocio, viajes entre otros. A partir de estas referencias se construye un perfil de empleado, que luego sirve para decidir quien se quedará con el puesto de trabajo. Según comentó a Los Recursos Humanos.com un ex-Gerente de la firma Mac Donald’s de Argentina, ciertos gustos o preferencias personales de candidatos a un puesto son completamente excluyentes para trabajar en la empresa.

Unos, porque se asocian a personalidades violentas y otros porque reflejan una personalidad individualista, cerrada, contraria al trabajo en equipo.

El gusto por las armas, el boxeo, la práctica de tiro, la práctica de artes marciales y deportes "de una sola persona" como el tenis, son excluyentes para los candidatos que se presenten a trabajar en esa Compañía.

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