Dirigir por objetivos

Dirigir por objetivos es una técnica de dirección de un determinado estilo de dirección. Para dirigir por objetivos cada persona debe conocer exactamente qué se espera de ella, no tan sólo de su comportamiento, sino también de sus objetivos, los que deben poder medirse. No hay que confundir la buena voluntad con los objetivos. Si no acostumbramos a nuestros colaboradores al esfuerzo de un objetivo y a su revisión, el día que queramos o necesitemos hacerlo se sentirán explotados o pensarán que se desconfía de ellos.  El objetivo debe ser una meta a conseguir en determinado plazo, mensurable, revisable y que su consecución invite a un esfuerzo.

Cuando deleguemos objetivos tendremos que analizar si van a ser:

a) Internos: su cumplimiento sólo va a depender de la persona o del propio departamento.

b) Convergentes: su cumplimiento va a depender de otras personas o de otros departamentos y estos también lo desean. No va a haber problemas de coordinación o de intereses.

c) Divergentes: su cumplimiento va a depender de otras personas o departamentos, pero estos no van a tener interés en apoyar su consecución. Hay intereses contrapuestos. Cuando esto vaya a ocurrir no lo delegue: invite a los afectados a que conviertan en convergentes estos objetivos. Si no lo hace van a desperdiciar su tiempo con excusas y culpables.

¿Cómo deben ser los objetivos?

  1. Claros: que sean entendidos por quien tiene que desarrollarlos
  2. Públicos: para facilitar la coordinación entre clientes y proveedor interno
  3. Mensurables: para saber si se pueden conseguir
  4. Alcanzables: para ilusionar
  5. Flexibles: para poderse corregir y adaptar a cada realidad
  6. Auditables: para poder comprobar su medida
  7. Premiados: para que la conducta con esfuerzo y éxito se repita
  8. Con plazo: para saber cuándo hacerlo
  9. Tener prioridad: para saber qué hacer y en qué orden
  10. Que haya que pactarlos: para que comprometan
  11. Coherentes: con la estrategia de la empresa
  12. Generadores de ilusión: para que movilicen a las personas

Si no respetamos estas características, corremos el riesgo de fracaso.

Fuente: Cómo dirigir con éxito. Domenec Biosca. Ed. Gestion 2000. Barcelona 2005.

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