Niños dejan el trabajo y vuelven a la escuela en la región de Puno

PUNO. El colegio San José de Huaraya, a orillas del lago navegable más alto del mundo, el Titicaca, en la región peruana de Puno, está de fiesta porque sus alumnos han recibido útiles y un aula de computación, lo que les asegura poder asistir a clases sin tener que trabajar.

Siete de cada diez menores en Puno se buscan unas monedas en la calle: cargando enormes canastas de pan en el mercado, buscando oro en las minas informales, vendiendo caramelos o pescando en el gélido lago.

San Jose de Huaraya es una zona marginal de la ciudad de Puno, a más de 1.000 kilómetros al sur de Lima, que comparte las orillas del Titicaca con la vecina Bolivia.

Sus 180 alumnos han iniciado el año escolar esta semana y la mayoría de sus padres asistieron felices a la ceremonia en la que la directora del colegio recibió una donación de mochilas con útiles escolares y un aula virtual con 21 computadoras, conectadas a Internet.

"Es una felicidad dar esta oportunidad a estos niños, cuyos padres casi sobreviven", dijo la directora del colegio, Elvira Bedoya Pineda, tras recibir la donación de la española Fundación Telefónica, repetida en otras 78 escuelas de 15 regiones peruanas.

Bedoya asegura que el 75 por ciento de sus alumnos de entre seis y 13 años trabajaba o suele hacerlo en sus vacaciones, pero el 99 por ciento de sus padres entienden ahora que sus niños tienen derecho a la educación.

La directora dice que entre su alumnado había pastores, pescadores, cobradores de transporte público y "canasteros", como se han bautizado a los que cargan canastas en el mercado, pero ahora tienen el compromiso de sus padres de asegurar su asistencia puntual a clases.

Mercedes Apaza, de 43 años, tiene una niña inválida de 12 años y un sobrinito de un año al que cría porque fue abandonado por su mamá.

"A veces cuando nos falta (dinero), los niños se preocupan pues: ‘mamá necesito para un borrador, para un lápiz’, entonces las mamás nos preocupamos, pero como tenemos acá un apoyo, ya casi no nos preocupamos, sino solo por su pan", comentó Mercedes, presidenta de la Asociación de Padres de Familia de la escuela beneficiada.

Apaza cuenta que la mayoría de niños del colegio provienen de familias en las que las madres han sido abandonadas por sus esposos y trabajan para sacar adelante a su numerosa prole.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en Puno hay más de 240.000 niños trabajadores, que representan el 70 por ciento del total de población infantil en la región.

A su vez, de los más de 2,5 millones de niños que trabajan en Perú, el 12 por ciento lo hace en Puno, que tiene alturas superiores a los 4.000 metros sobre el nivel del mar y temperaturas menores a los 15 grados bajo cero en invierno.

El director de Prevención y Solución de Conflictos del Ministerio de Trabajo en Puno, Sergio Hurtado, anunció  que se ha previsto establecer una mesa de lucha contra el trabajo infantil, en vista a la gravedad de la situación de niños que trabajan en condiciones de extrema peligrosidad.

Recordó que en el reciente deslizamiento de lodo en la mina Winchumayo de Puno, donde fallecieron al menos dos adolescentes de un total de diez obreros que extraían oro del yacimiento, quedaron en evidencia las peores formas de abuso y ausencia de la seguridad laboral.

"El niño no trabaja porque le gusta, trabaja porque sus padres no tienen los medios necesarios, falta trabajo, es un problema social e integral", enfatizó Hurtado.

En tal sentido, remarcó que una de las armas para erradicar el trabajo infantil será informar a los padres sobre los derechos de los menores y también sobre planificación familiar para que tengan el número de hijos que realmente pueden mantener.

La noticia del reparto de útiles entre los niños del colegio San José de Huaraya se ha extendido por el barrio y algunas madres se acercan con sus niñas para saber si aún hay vacantes para matricularlas.

Si bien al inicio del programa se seleccionaba a alumnos con mayor riesgo de deserción escolar, ahora los beneficios se extienden a la institución completa con el compromiso de los padres de asumir el reto del cambio, manifestó la gerente de Proyectos Sociales y Educativos de la Fundación Telefónica, Lilian Moore de Pardo.

 

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