Miles de mexicanos con estudios van a EEUU

Un nuevo tipo de emigrantes mexicanos busca trabajos mejor remunerados en Estados Unidos: personas educadas, venidas de una clase media urbana relativamente acomodada, que contrastan con el estereotipo de los campesinos pobres.
De ellos, muchos consiguen permisos de trabajo o estudio, y hasta se reúnen con parientes que ya estaban en Estados Unidos. Pero cientos de miles no los obtienen.
"Nunca en mi vida pensé venirme para acá", cuenta Juan Manuel Guillermo, quien estaba a un año de graduarse como abogado cuando repentinamente su bebé enfermó y necesitó una costosa cirugía intestinal. Entonces el joven padre abandonó los estudios con la esperanza de unirse a su hermano, quien trabajaba como agricultor en Santa Ana, California.
Actualmente el joven de 22 años se encuentra en Tijuana, luego de cuatro intentos infructuosos de cruzar la frontera. "Quería convertirme en un profesional y estar con mi familia", dice.
"Antes, sólo veíamos gente pobre y campesinos, con poca educación", comenta Efraín Jiménez, vicepresidente de un grupo que asesora en Los Ángeles a inmigrantes de Zacatecas, estado mexicano norteño. "Ahora vemos a jóvenes profesionales o a aquellos que, tras años de trabajar (en México) no han reunido mucho capital y buscan otras opciones".
Es el caso de José Álvaro López, quien luego de tres años de estudios técnicos logró obtener un trabajo donde gana apenas cien dólares a la semana en su nativa Ensenada, 75 kilómetros al sur de California. Sus amigos le "dijeron que en Las Vegas podía ganar 35 dólares por hora arreglando refrigeradores".
Por eso el joven de 30 años confiesa en un refugio de inmigrantes en Tijuana que intentará cruzar la frontera y reunirse con amigos en Nevada.
Es difícil encontrar una familia mexicana, rica o pobre, que no tenga parientes o amigos viviendo en Estados Unidos.
Incluso el abogado Felipe Calderón, ex secretario de Energía que lidera las últimas encuestas para las elecciones presidenciales del 2 de julio, frecuentemente refiere que tiene un primo y un cuñado en el país del norte, aunque evita detallar sus nombres y estatus migratorio.
Para muchos profesionales mexicanos la vida cambia drásticamente cuando cruzan la frontera. Algunos de los doctores, odontólogos y enfermeras que emigran atienden a sus pacientes en sus domicilios en Estados Unidos, al carecer de la certificación o visa necesaria para trabajar en centros de salud.
Profesionales de otras ramas, especialmente profesores e ingenieros, tramitan visas para ejercer sus labores. Otros simplemente dejan de lado sus años de educación y preparación y se dedican, ilegalmente, a oficios como asear casas, cuidar jardines por temporada o empaquetar carnes. En esas labores ganan más dinero que practicando sus profesiones en México.
Se estima que entre los 10,6 millones de mexicanos, legales o no, que viven en Estados Unidos, unos 700.000 tienen títulos universitarios. La proporción sería de 1 de cada 15, según Rodolfo Tuirán, ex subsecretario de Desarrollo Urbano y Ordenación del Territorio de la Secretaría de Desarrollo Social.
Según Tuirán, emigrantes provenientes de zonas urbanas, incluyendo las tres mayores ciudades del país, Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, están cruzando al norte a un ritmo mayor que sus compatriotas de áreas rurales.
Un estudio divulgado en abril por la Universidad de Georgetown y el gobierno mexicano determinó que, aunque la mayoría de los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos tienen bajo nivel educativo, en promedio cuentan con mejor nivel que el mexicano común, que sólo asiste a la escuela hasta octavo grado.
"Sus características sociales y personales, incluyendo la educación, les ayudan a lidiar con los riesgos y los costos de un traslado internacional", reportó la investigación.
También concluyó que los mexicanos con poco nivel educativo y los que poseen estudios de posgrado tienen mayor tendencia a emigrar a Estados Unidos que aquellos que sólo tienen títulos profesionales básicos.
Karol Trejo viajó de Cuernavaca a California a los 19 años para aprender inglés. "Quería estudiar, seguir aprendiendo", dice hoy, siete años después, mientras trabaja como mesonera y cursa estudios políticos en la Universidad de San Francisco. "Me pagaban tan bien que me quedé" en Estados Unidos.
Trejo afirma que el nivel educativo de algunos inmigrantes sorprende a muchos estadounidenses.
Wayne Cornelius, director del Centro de Estudios Comparativos Migratorios de la Universidad de California, en San Diego, dice que las familias de clase media de México comenzaron a emigrar al norte luego de las devaluaciones de 1982 y 1994, que pulverizaron los ahorros de la población.
Hoy, además de los perennes factores económicos, muchos se sienten tentados a mudarse a Estados Unidos para reunirse con amigos y parientes.
"Sin importar el contexto social, quienes emigran a Estados Unidos ya tienen una oferta de trabajo o al menos una oportunidad definida por sus parientes ya establecidos allí", apunta Cornelius. De esa manera el recién llegado "no estará desempleado y tendrá acceso a un trabajo relativamente bien pagado. Si el empleo no resulta, tiene una red social donde apoyarse".
Para Cornelius, la caída de la tasa de natalidad en México eventualmente permitirá mejorar los salarios en el país y reducir la emigración, pero tomará décadas, y hasta generaciones, para poder notar alguna diferencia.
"En los últimos 10 a 12 años, tras el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (firmado entre México, Estados Unidos y Canadá), la diferencia salarial ha aumentado, en vez de disminuir", acota. "El problema está empeorando. Y eso no cambiará en largo tiempo", pronostica.

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Miles de mexicanos con estudios van a EEUU

Un nuevo tipo de emigrantes mexicanos busca trabajos mejor remunerados en Estados Unidos: personas educadas, venidas de una clase media urbana relativamente acomodada, que contrastan con el estereotipo de los campesinos pobres.
De ellos, muchos consiguen permisos de trabajo o estudio, y hasta se reúnen con parientes que ya estaban en Estados Unidos. Pero cientos de miles no los obtienen.
"Nunca en mi vida pensé venirme para acá", cuenta Juan Manuel Guillermo, quien estaba a un año de graduarse como abogado cuando repentinamente su bebé enfermó y necesitó una costosa cirugía intestinal. Entonces el joven padre abandonó los estudios con la esperanza de unirse a su hermano, quien trabajaba como agricultor en Santa Ana, California.
Actualmente el joven de 22 años se encuentra en Tijuana, luego de cuatro intentos infructuosos de cruzar la frontera. "Quería convertirme en un profesional y estar con mi familia", dice.
"Antes, sólo veíamos gente pobre y campesinos, con poca educación", comenta Efraín Jiménez, vicepresidente de un grupo que asesora en Los Ángeles a inmigrantes de Zacatecas, estado mexicano norteño. "Ahora vemos a jóvenes profesionales o a aquellos que, tras años de trabajar (en México) no han reunido mucho capital y buscan otras opciones".
Es el caso de José Álvaro López, quien luego de tres años de estudios técnicos logró obtener un trabajo donde gana apenas cien dólares a la semana en su nativa Ensenada, 75 kilómetros al sur de California. Sus amigos le "dijeron que en Las Vegas podía ganar 35 dólares por hora arreglando refrigeradores".
Por eso el joven de 30 años confiesa en un refugio de inmigrantes en Tijuana que intentará cruzar la frontera y reunirse con amigos en Nevada.
Es difícil encontrar una familia mexicana, rica o pobre, que no tenga parientes o amigos viviendo en Estados Unidos.
Incluso el abogado Felipe Calderón, ex secretario de Energía que lidera las últimas encuestas para las elecciones presidenciales del 2 de julio, frecuentemente refiere que tiene un primo y un cuñado en el país del norte, aunque evita detallar sus nombres y estatus migratorio.
Para muchos profesionales mexicanos la vida cambia drásticamente cuando cruzan la frontera. Algunos de los doctores, odontólogos y enfermeras que emigran atienden a sus pacientes en sus domicilios en Estados Unidos, al carecer de la certificación o visa necesaria para trabajar en centros de salud.
Profesionales de otras ramas, especialmente profesores e ingenieros, tramitan visas para ejercer sus labores. Otros simplemente dejan de lado sus años de educación y preparación y se dedican, ilegalmente, a oficios como asear casas, cuidar jardines por temporada o empaquetar carnes. En esas labores ganan más dinero que practicando sus profesiones en México.
Se estima que entre los 10,6 millones de mexicanos, legales o no, que viven en Estados Unidos, unos 700.000 tienen títulos universitarios. La proporción sería de 1 de cada 15, según Rodolfo Tuirán, ex subsecretario de Desarrollo Urbano y Ordenación del Territorio de la Secretaría de Desarrollo Social.
Según Tuirán, emigrantes provenientes de zonas urbanas, incluyendo las tres mayores ciudades del país, Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, están cruzando al norte a un ritmo mayor que sus compatriotas de áreas rurales.
Un estudio divulgado en abril por la Universidad de Georgetown y el gobierno mexicano determinó que, aunque la mayoría de los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos tienen bajo nivel educativo, en promedio cuentan con mejor nivel que el mexicano común, que sólo asiste a la escuela hasta octavo grado.
"Sus características sociales y personales, incluyendo la educación, les ayudan a lidiar con los riesgos y los costos de un traslado internacional", reportó la investigación.
También concluyó que los mexicanos con poco nivel educativo y los que poseen estudios de posgrado tienen mayor tendencia a emigrar a Estados Unidos que aquellos que sólo tienen títulos profesionales básicos.
Karol Trejo viajó de Cuernavaca a California a los 19 años para aprender inglés. "Quería estudiar, seguir aprendiendo", dice hoy, siete años después, mientras trabaja como mesonera y cursa estudios políticos en la Universidad de San Francisco. "Me pagaban tan bien que me quedé" en Estados Unidos.
Trejo afirma que el nivel educativo de algunos inmigrantes sorprende a muchos estadounidenses.
Wayne Cornelius, director del Centro de Estudios Comparativos Migratorios de la Universidad de California, en San Diego, dice que las familias de clase media de México comenzaron a emigrar al norte luego de las devaluaciones de 1982 y 1994, que pulverizaron los ahorros de la población.
Hoy, además de los perennes factores económicos, muchos se sienten tentados a mudarse a Estados Unidos para reunirse con amigos y parientes.
"Sin importar el contexto social, quienes emigran a Estados Unidos ya tienen una oferta de trabajo o al menos una oportunidad definida por sus parientes ya establecidos allí", apunta Cornelius. De esa manera el recién llegado "no estará desempleado y tendrá acceso a un trabajo relativamente bien pagado. Si el empleo no resulta, tiene una red social donde apoyarse".
Para Cornelius, la caída de la tasa de natalidad en México eventualmente permitirá mejorar los salarios en el país y reducir la emigración, pero tomará décadas, y hasta generaciones, para poder notar alguna diferencia.
"En los últimos 10 a 12 años, tras el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (firmado entre México, Estados Unidos y Canadá), la diferencia salarial ha aumentado, en vez de disminuir", acota. "El problema está empeorando. Y eso no cambiará en largo tiempo",

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