Definición de Programación Neurolingüística de la Asociación Española de PNL

¿Qué es la Programación Neurolingüística?

La Programación Neurolingüística es un modelo  de comunicación, que nos explica  el comportamiento  humano. La Programación Neurolingüística (PNL) es un conjunto de métodos y técnicas que permiten a las personas conseguir sus objetivos en diferentes campos de una manera rápida y eficaz.  Nos muestra como hacemos, que estrategias internas seguimos para estar tristes, alegres, deprimidos, eufóricos, motivados. Conociendo estas estrategias, podemos gestionar de una forma mucho más eficaz nuestros estados emocionales.
Los seres humanos no conocemos la realidad tal como es, sino que cada uno de nosotros representa la realidad de manera subjetiva. En función de nuestras experiencias, los modelos de comportamiento de la gente que nos rodea, etc. creamos un MAPA de la realidad, que es diferente para cada persona, a través del cual actuamos en nuestro día a día y configuramos nuestra vida y nuestras relaciones.
La Programación Neurolingüística (PNL) a través de sus técnicas y herramientas nos permite conocer nuestro MAPA y el de los demás para así poder ampliar o incluso modificar nuestra mapa para alcanzar de manera satisfactoria nuestros objetivos. Para ello, se parte de la observación de otras personas que han tenido éxito en ese campo y observa las técnicas y estrategias que ha empleado para ello. Así se pretende identificar y describir un modelo de estas habilidades para que pueda ser transmitido y utilizado por cualquier persona que lo desee.

La PNL hace referencia a tres aspectos básicos de la experiencia humana:

Programación: desde pequeños vamos registrando todas nuestras experiencias que harán que entendamos la vida y actuemos de forma diferente al resto de las personas.

Neuro: nuestra experiencia y nuestras percepciones conforman nuestro sistema neurológico que a su vez da lugar a nuestro comportamiento.

Lingüística: lenguaje verbal o no verbal que nos permite comunicarnos con los demás y transmitir nuestras experiencias.

¿Cómo creamos ese mapa que nos guía en nuestra conducta?.
Los seres humanos recibimos una gran cantidad de estímulos diarios a través de los diferentes sentidos, a pesar de que a veces no somos conscientes de ello. Todos estos fenómenos pasan a través de una serie de filtros: por omisiones de información, distorsiones de la realidad, generalizaciones, metaprogramas (procesos mentales que empleamos para organizar la información externa), creencias, valores y expectativas. Por ello, la manera en la que interpretamos la realidad es diferente en cada uno de nosotros, porque cada ser humano tiene unas creencias diferentes o distorsiona, por ejemplo, de forma diferente la realidad.
Con esta Representación Interna construimos nuestro MAPA que será el que condicione nuestras reacciones frente a determinados estímulos, creando un Estado Interno que generará una respuesta o comportamiento a través del lenguaje verbal y no verbal.
A la hora de comunicarnos con los demás, podemos hacerlo de tres formas, a través de tres sistemas representaciones: Visual, Auditivo y Kinestésico. Cuando nos comunicamos estamos dando pistas al resto de cómo dirigirnos a ella para comunicarnos de forma adecuada, estas pistas son:

–    Movimientos oculares. Cuando filtramos la información movemos los ojos aunque sea de manera ligera. Cada cual filtra esta información en función de su mapa. Así, por ejemplo, si queremos recordar algo alzamos los ojos.
–    El lenguaje que se utiliza. Debemos adecuar nuestro modo de comunicar  nuestra representación de la realidad, a la modalidad utilizada por nuestro interlocutor para mejorar la calidad de nuestras comunicaciones con los demás. Esto lo podemos hacer en función del lenguaje que emplea.

–    Fisiología: postura corporal y respiración. Según la modalidad que utilicemos ( visual, auditiva, kinestescia)  en cada momento, adoptaremos nuestra posición corporal y nuestra respiración a ese modo.
Pero hay que tener en cuenta que la comunicación no está sólo basada en el lenguaje verbal, sino que los gestos, los movimientos, es decir, el lenguaje no verbal tiene un mayor peso a la hora de comunicarnos con el resto. Aquí entra en juego lo que la PNL ha descrito como rapport, es decir, una situación en la que nos sentimos en perfecta sintonía, a gusto, en armonía con una persona y somos capaces de llegar a acuerdos con ella.

El rapport puede establecerse tanto a través del lenguaje verbal como del no verbal. Así pues, podemos identificar esta situación de rapport, por ejemplo, cuando al cambiar una postura corporal sistemáticamente la otra persona cambiará también su postura para adaptarse a la nuestra. En ese momento existe el rapport.
Otro elemento importante a la hora de establecer una comunicación adecuada es la flexibilidad que junto a la observación son las dos máximas principales De la PNL. Mientras que con el rapport lo que hacemos es acercarnos al mapa del otro y comprenderlo, la flexibilidad sería aquella capacidad de abrirnos a otras opciones que vayan más allá de nuestro mapa establecido.
A raíz de todo esto la Programación Neurolingüística nos permite mejorar nuestra comunicación en base a toda una serie de técnicas que tendrán como objetivo alcanzar nuestros objetivos rápida y eficazmente.

¿Cómo nace la Programación Neurolingüística?
La programación neurolingüística nace en California de la mano de Richard Bandler y Jhon Grinder que se conocieron en la Universidad de Santa Cruz en 1970 y que intentaron averiguar qué hacían tres psicoterapeutas famosos en USA para que obtuvieran unos resultados tan efectivos.
Richard era un informático que por aquel entonces estaba estudiando el último año de la carrera de psicología. Para pagarse sus estudios trabajaba a tiempo parcial en una editorial grabando vídeos sobre las terapias de Fritz Pearls, el creador de la teoría de la Gestalt. Además, desarrolló un gran interés sobre estas sesiones por lo que propuso a su profesora de la universidad elaborar un trabajo de investigación. Para ello, precisaba además de un profesor que lo tutorara.
Grinder, en cambio, era un profesor ayudante de gramática transformacional que a su vez necesitaba un alumno al que tutorar para obtener el grado académico superior. Ese fue el momento en el que sus caminos se cruzaron.
Para comenzar con la investigación eligieron a tres terapeutas que contaban con un gran renombre en aquella época: Perls (creador de la teoría de la Gestalt), Virginia Satir (terapeuta familiar) y Milton Erikcson (el mejor terapeuta del siglo XX). Aunque los tres venían de modelos terapéuticos diferentes y trataban a sus clientes de manera diferente, Richard y Grinder se dieron cuenta de que los tres tenían un gran éxito en sus consultas. Por ello, estudiaron mediante grabaciones el uso del lenguaje que éstos hacían y sus microcomportamientos para obtener esos excelentes resultados.
A raíz de esta investigación descubrieron que todos seguían una serie de patrones  verbales espontáneos a la hora de llevar a cabo sus sesiones terapéuticas que hacían que tuvieran un gran éxito en sus consultas. Así, se sistematizaron todas estas acciones en lo que se conoce como la Programación Neurolingüística que no es “sólo un conjunto de técnicas, sino más bien una actitud mental de apertura y curiosidad”, según Richard.
 

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