Acoso sexual: una práctica frecuente

Hay que denunciarlo.
De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo deben integrarse tres elementos para que haya acoso sexual: a) un comportamiento de carácter sexual; b) que no sea deseado y c) que la víctima lo perciba como un condicionamiento hostil para su trabajo convirtiéndolo en algo humillante.
Existen niveles de conductas de acoso sexual en los que se contemplan la interacción verbal o no verbal, el contenido del mensaje (menos o más coercitivo) y la implicación o no de contacto físico.
Estos niveles que se enumeran del 1 al 5 abarcan del acoso leve verbal, pasando por el acoso moderado no verbal sin contacto físico; el acoso medio, fuerte verbal; el acoso fuerte con contacto físico; al acoso muy fuerte con presiones físicas y psíquicas para tener contactos íntimos.
El acoso sexual se presenta no sólo en el ámbito laboral sino también en el profesional, doméstico y conyugal. No cabe duda que es un problema que se ha convertido en social y que implica todo un proyecto en el que la lucha por la igualdad de los géneros esté fuertemente respaldado por la lucha por los derechos humanos.
De acuerdo a la abogada Carmen González, “el acoso sexual es cualquier tipo de acercamiento o presión de naturaleza sexual tanto física como verbal, no deseada por quien la sufre, que surge de la relación de empleo y que da por resultado un ambiente de trabajo hostil, un impedimento para hacer las tareas y/o un condicionamiento de las oportunidades de ocupación de la persona perseguida”.
El acoso sexual en México, es casi una tradición. Lo nuevo es que se haya tipificado como delito del orden federal. El machismo mexicano lleva implícito en sí mismo el acoso sexual como una marca de fábrica.
Es, por lo general, la mujer quien más tiene que sufrir el acoso ante el que por décadas guardó silencio y sumisión. El acoso sexual es una forma de violencia de género, intersección de la violencia sexual y la violencia laboral e institucional, según la escritora María José Lubertino.
La cultura de la denuncia comienza a infiltrarse lentamente (para bien) entre las mujeres que son acosadas sexualmente, dando de esta manera uno de los primeros pasos para la solución del problema en los centros de trabajo que pueden convertirse en lugares muy hostiles para las personas que tienen que sufrir esta clase de agresión.
El acoso sexual acentúa el desequilibrio de la relación varón-mujer, etiquetando al hombre como “productor dominante” y a la mujer como “reproductora sumisa”, y esta es la manera en la que se reduce a la mujer “a objeto sexual al negársele el derecho de actuar en espacios considerados masculinos, y al mismo tiempo, absolviendo a los hombre de una mayor responsabilidad en el ámbito de la reproducción”, continúa diciendo Lubertino El acoso sexual en el ámbito del trabajo se convierte en violencia laboral, además que viola la libertad, la autonomía, la integridad y la seguridad del cuerpo sexual. Y todos los especialistas concluyen que, cuando esta violación a la integridad humana se da en el ámbito del trabajo, representa una violación del derecho de trabajar en un ambiente digno y humano.
Las consecuencias del acoso sexual en las mujeres que lo sufren son varias y distintas. Se pueden enumerar como las principales: el abandono voluntario del trabajo o despido, el sometimiento y el silencio para no perder el ingreso, sentido de culpa por la carga cultural “provocadora”, nerviosismo, ansiedad, depresión y otro tipo de trastornos psicosomáticos que terminan por cobrar una cuota en su trabajo, su familia y su salud.
Las mujeres acosadas suelen ser menores de 30 años, en tanto que los acosadores suelen ser mayores de 40 años y jerárquicamente superiores. Hoy ya es posible que las mujeres puedan oponerse a este tipo de violencia laboral conocida como acoso sexual, que las disminuye convirtiéndolas en objeto y les impide ganar dignamente un salario al que tienen pleno derecho.
Es esencial la denuncia de los acosados (mujeres y hombres), sólo así podrán tenerse estadísticas confiables de la magnitud del problema real al que la sociedad se enfrenta y darle así las armas necesarias para implementar las leyes que puedan protegerlos de una manera más pronta y expedita.
La información es poder. Una de las formas más efectivas de prevenir y oponerse a este mal social será sensibilizar a los miembros de la familia sobre el tema de la violencia sexual en una de sus formas más comunes que es la del acoso.

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